Seis plantas de silos de cereales y volaron los techos de la única escuela, del cuartel de bomberos, de los dos clubes, de otro medio centenar de viviendas y dañaron gravemente las plantaciónes de durazno.
Pavón Arriba sin dudas se llevó la peor parte. Su geografía asemejaba a un frente de batalla: chapas arrojadas por el viento que amanecieron colgadas de cables, postes de tres metros que “viajaron” más de una cuadra para incrustarse a unos 15 metros de altura en la pared de un club, plantas de silos completas arrugadas como un papel, que rodaron a campo traviesa hasta 500 metros. Como muestra de la fuerza del viento, una verdadera pared de eucaliptus de entre 15 y 20 metros de altura quedó por la mitad, como si una enorme mano los hubiera talado.
El techo de la escuela del pueblo fue arrasado en un 80 por ciento, afectando aulas y salón de actos. Los dos clubes locales, Unión y San Martín, vieron volar las chapas de sus gimnasios. El cuartel de bomberos se vio afectado en casi su totalidad.
Pero la plaza de Pavón Arriba era quizás el espectáculo más impactante: una enorme parva de ramas verdes y restos de cables se amontonaron en el corazón del pueblo. Un enorme transformador de energía se derribó sobre una propiedad ubicada frente a la comisaría . La energía eléctrica se cortó durante la tormenta y duro mucho tiempo en volver, no teniamos agua potable, los habitantes de Pavón Arriba recordamos aquel 11 de noviembre del 2003 como una fecha que nadie mas quiere volver a pasar , pero a su ves nos enseño que trabajando todos juntos podemos hacer un pueblo cada ves mas unido y en constante crecimiento.
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